Leyendas de Lurín: Los duendes de la Antigua Panamericana Sur

F estaba aquella noche con sus amigos en el jardín de la entrada de la casa, ese que daba a la Antigua Panamericana Sur, por la Alameda de los Chicharrones. Hoy en día el jardín ya no existe, y actualmente hay ahí una chicharronería.

F y los amigos estaban contando historias de terror como era su costumbre los fines de semana. En medio de la charla y las historias, salió el tema del viejo duende que solía aparecerse a veces en el árbol de higo del patio trasero de la casa, y de repente, quizá movidos por la sugestión, o quizá porque en verdad pasó, vieron algo moverse entre los árboles de la entrada y luego las luces de fuera de la casa y del frente se apagaron de golpe.

Asustados, los amigos decidieron irse a sus casas y F entró a la suya. Al día siguiente, los amigos de F. le contaron asustados que al irse, las luces de la calle se fueron apagando a su paso hasta llegar a la casa de cada uno de ellos, como si alguien tuviera un interruptor para ir apagándolas en orden.

Al final, cuando el último par de amigos, que eran hermanos, entró a su casa, las últimas luces del barrio se terminaron de apagar, y ellos se encerraron asustados y pusieron todos los seguros en la puerta. Cuentan, que se asomaron a la ventana, y de repente una a una todas las luces se empezaron a encender en el orden inverso en el que se habían apagado. Al parecer, al duende de la casa de F. no le gusta que cuenten sus travesuras sin creer en que realmente las hizo, y quizá por ello quiso darles una lección a los incrédulos amigos de F.


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